«El mundo se acelera, pero yo sigo apurándome despacio», Olivier Smolders, en Aguilar de Campoo

El cineasta belga Olivier Smolders, una de las figuras destacadas de la 37ª edición del Aguilar Film Festival, ha pasado varios días en Aguilar de Campoo con motivo de la retrospectiva que el certamen dedica a casi cuatro décadas de su obra. La visita coincide con la concesión del Águila de Oro Internacional, un reconocimiento que consolida su trayectoria como una de las más singulares del cine europeo contemporáneo en formato corto.

La entrevista se desarrolla en francés, su lengua habitual de trabajo, aunque Smolders se desenvuelve con naturalidad en un entorno donde el español le resulta familiar. No en vano, ha llegado a la Montaña Palentina acompañado de su esposa —hablante fluida del idioma— y recuerda que sus hijos crecieron escuchando español en casa.

Tras un largo viaje desde Lieja, atravesando media Francia hasta llegar al Cine Amor, sede principal del festival, el cineasta reflexiona sobre su experiencia en la comarca, el sentido del reconocimiento recibido y el lugar que ocupa hoy el cortometraje en un mundo saturado de imágenes.


“He descubierto una región que no conocía”

En su primera visita a Aguilar de Campoo, Smolders reconoce haberse sentido sorprendido por el entorno y la acogida. “El viaje fue largo, prácticamente un día entero, porque hoy casi no existen trenes nocturnos y cruzar Francia lleva tiempo. Pero finalmente llegué”, relata.

La recompensa, explica, ha sido doble: “He descubierto un paisaje montañoso, un pueblo pequeño y acogedor, y un clima que incluso recuerda un poco al de Bélgica. Me he sentido muy bien recibido en Aguilar de Campoo”.


Una retrospectiva poco habitual

El Aguilar Film Festival proyecta una amplia selección de sus cortometrajes, algo que Smolders considera excepcional. “No es habitual ver tantas películas propias reunidas, porque cubren muchos años de trabajo”, señala. Acompañar las proyecciones y dialogar con el público es, para él, uno de los grandes valores del festival.

“Me alegra encontrar espectadores que realmente prestan atención al cortometraje. No ocurre tan a menudo, y aquí se percibe un interés auténtico”, subraya.


Volver a Aguilar como cineasta homenajeado

Smolders ya conocía el festival tras el premio recibido por su película Masques hace dos años, pero regresar ahora como uno de los cineastas centrales de la programación tiene un significado especial. “Mis películas no siempre son fáciles”, admite. “Tratan temas intensos como la violencia, la muerte, el deseo o la vida. Verlas juntas requiere un cierto valor”.

Por eso, añade, “sentir que este trabajo es apreciado resulta muy reconfortante”.


El valor del Águila de Oro Internacional

El Águila de Oro Internacional se suma a una trayectoria marcada por el reconocimiento crítico. Smolders vivió el momento “con mucho agrado”, destacando el simbolismo de recibirlo en un festival que apuesta decididamente por el cortometraje. “Es un honor sentir que lo que haces tiene sentido para otros”, afirma.

Sobre si este premio puede impulsar nuevos proyectos, el cineasta se muestra prudente: “Las ideas son como semillas. Se instalan sin que uno se dé cuenta y solo meses después empiezan a germinar. Algo quedará, seguro”.


“El mundo se acelera, pero yo sigo apurándome despacio”

En una época dominada por el consumo rápido de imágenes, la obra de Smolders mantiene un ritmo contemplativo que desafía las tendencias actuales. “Observo ese contraste con distancia”, explica. “Incluso mi última película, hecha con inteligencia artificial, la realicé al mismo ritmo que las anteriores. El mundo puede acelerarse, pero yo sigo apurándome despacio”.


El cortometraje y los festivales

Para Smolders, los festivales siguen siendo esenciales para la supervivencia del cortometraje. “En las salas comerciales no suele atraer mucho público. Los festivales son la primera puerta de entrada para encontrar espectadores interesados de verdad”.


Olivier Smolders visita Aguilar de Campoo en el marco del Aguilar Film Festival, recibe el Águila de Oro Internacional y reflexiona sobre su cine y el valor del cortometraje.

El cine belga y la libertad creativa

El director atribuye la fortaleza del cine belga a su carácter poco compartimentado. “Permite experimentar, mezclar géneros y asumir riesgos. Eso genera obras singulares, a veces extrañas, pero con una personalidad muy fuerte”.

En Bélgica, añade, el formato corto cuenta con ayudas públicas, talleres de producción y una tradición experimental que hace posible desarrollar carreras centradas en el cortometraje.

Sobre la división entre comunidades lingüísticas, Smolders lo describe con ironía: “Son casi dos mundos paralelos, sin rivalidad, más bien como dos perros de porcelana que se miran”.


Olivier Smolders visita Aguilar de Campoo en el marco del Aguilar Film Festival, recibe el Águila de Oro Internacional y reflexiona sobre su cine y el valor del cortometraje.

Referencias e influencias

Entre las recomendaciones para descubrir cine belga, Smolders destaca Vita brevis, de Thierry Knauff, un mediometraje poético sobre la brevedad de la vida. Y recuerda con especial cariño a Edmond Bernhard, uno de sus profesores y una figura clave en su formación: “Para mí es una especie de padre adoptivo artístico”.