Parece que cerrando los ojos, tapándose los oídos y haciéndose inmune a las sensaciones del tacto, todo queda en el olvido. Todo traspasa a las personas como un halo. Un fantasma que parece que se siente, pero que en el fondo no afecta.
Eso es lo que ocurre, a diario, en la vida de las personas. Lo hacemos cuando pasamos al lado de alguien pidiendo y no le damos los buenos días, cuando no saludamos a quién va a nuestro lado en el autobús, no sea que nos dé conversación, o cuando pasamos de largo en el trabajo o en el aula entre quienes no son de nuestro grupo. Sí, todos nos hacemos los ‘monos ciegos, sordos y mudos’.
Pero saber que un niño o niña está sufriendo en un centro escolar y no hacer nada es lamentable. Ver cómo alguien sufre por el aislamiento, por la dejadez, como le dan patadas hasta en un vídeo del colegio y fomentarlo es terrible. Sangran los ojos, además, cuando en las notas le ponen anotaciones como «no sabe ser feliz».
¿Qué es la felicidad? ¿Quién es capaz de objetivarla? ¿Y quién es tan ciego y san sordo que en vez de apoyar a quién sufre lo critica por no tener ni ganas de ir a clase? Ante el mal ejemplo de algunas instituciones educativas, el buen ejemplo de los padres. Los que hacen que el niño o niña sea fuerte, sepa que ser diferente no es malo.
Conseguir que sea capaz de ser autosuficiente, desarrollar una inteligencia emocional magistral, creer en sí mismo/a y en sus posibilidades y ayudar al débil que está en su situación. E, incluso, entender. Quienes le dañan (desde sus compañeros hasta la cúpula del colegio) y tener misericordia por ellos es algo que sólo unos grandes pedagogos pueden lograr. Ojalá estos progenitores se dedicasen a la enseñanza. Verlo correr con sus amigos en otros ámbitos de su vida, en su equipo deportivo, con su familia hace ver que lo han logrado. Eso es FELICIDAD.
Pero la necedad de los otros queda en el dolor que ha tenido que pasar esa niña o niño ha debido ser infrahumano. Menos mal que el AMOR Y LOS VALORES siempre triunfan por muy poco respeto a la Educación que se tenga.
Yo no soy como ellos, como los padres de este alumno/a, quizá sea menos inteligente y sobre todo más impulsiva e irracional. Yo habría denunciado al centro hace ya mucho. Habría hablado públicamente con pancartas y ante todos los Medios de Comunicación y si hubiese hecho falta, me habría hasta encadenado a las puertas de la sede del mismo. Queridos profesores, tutores, directivos igual que se presume en las Redes Sociales de lo bien que se hacen las cosas en algunos ámbitos habría que abrir bien los ojos ante las otras situaciones que también existen, de las que ustedes son conscientes y a las que ustedes no dan resolución alguna. Queridos ‘profesoniales’ siempre hay tiempo, ya no con este caso, pero con muchos más. Demos ejemplo porque la IGNORANCIA (sea real o fingida) ES CULPABLE, EN LA LEY Y EN LA VIDA.