“Hay que comportarse online como en la vida offline, con respeto, educación, empatía”

Javier Díez Vegas. Subinspector de la Policía Nacional en Palencia

Almudena Álvarez
Foto y texto


El sexting, el grooming, los retos virales, las tecnoadicciones, el ciberacoso, los delitos de odio, la violencia de género o la ludopatía han entrado en el día a día de jóvenes y adolescentes y entre las preocupaciones de padres y educadores. Internet se ha colado en el ocio, en el tiempo libre, en el trabajo, en colegios e institutos, en las relaciones personales y familiares, y su uso en exceso, sin control, puede tener consecuencias muy negativas para los más jóvenes.


«Internet puede ser una herramienta maravillosa si se usa bien, pero mal usada es un peligro», advierte el subinspector de Policía Nacional Javier Diez Vegas en las charlas que ofrece por colegios e institutos de Palencia advirtiendo a los chavales de los riesgos que corren cuando navegan por la red. Porque, como explica a niños y adolescentes (también a padres y madres), Internet y en especial las redes sociales se han convertido en un altavoz que multiplica los peligros y los delitos que se producen en la vida real y que afectan especialmente a niños y jóvenes porque son los que más tiempo pasan conectados a la vida online.


Su tarea es formar a los alumnos, informarles de los riesgos y de sus derechos ante las nuevas amenazas que viajan en la red y aconsejarles cómo actuar para evitar que las cosas se les vayan de las manos. Una tarea «muy gratificante» asegura, aunque no deje de sorprenderse cuando chicos y chicas de la ESO, e incluso niños de Educación Primaria suman las horas que se pasan delante de una pantalla a lo largo del día. El tiempo de exposición se incrementa cada día y ese tiempo excesivo delante de teléfonos móviles, tabletas, ordenadores o consolas produce alteraciones de conducta y agresividad en niños y jóvenes, y hasta problemas físicos y de salud, asegura. Algunos niños de 5 y 6º de Primaria (entre 10 y 12 años) están 5 o 6 horas diarias delante de una pantalla, y en Secundaria (de 13 a 16 años) la exposición se dispara a las 7 horas. «Se van a la una de la mañana a la cama y se levantan a las siete, se duermen en clase, están irascibles, alterados», señala el experto de la Policía, que cada vez encuentra entre su público un mayor número de adictos y cada vez más jóvenes. Tanto que ya se ha acuñado la palabra TECNOADICCION para definirlo.


¿CÓMO PODEMOS SABER SI SOMOS TECNOADICTOS?


Uno es adicto en el momento en que internet empieza a alterar su vida cotidiana, responde tajante Díez Vega. «Si estar conectado, ya sea para mandar wasap, jugar a un videojuego o ver tik tok implica renunciar a dar un paseo con tus padres, ir a entrenar o salir con amigos, tienes un problema porque no estás practicando un ocio sano y las relaciones con familiares y amigos también se están deteriorando», advierte el subinspector de la Policía Nacional.


En su opinión la barrera está en el acceso a los padres, que son los que realmente pueden y deben controlar el uso que hacen sus hijos de los dispositivos y el tiempo que están expuestos. Pero el problema es que «los padres están sustituyendo la educación en valores de respeto, empatía o gratitud por consolas, smarphones o bicicletas con dieciocho cambios», reflexiona.


Esto hace que la forma de socializar entre los adolescentes esté cambiando. Están horas conectados a una vida virtual que muchas veces nada tiene que ver con la realidad ni con lo que ellos mismos son en la vida real. Parece que hablar cara a cara con un amigo, ver su sonrisa, darle un abrazo cuando lo necesita, decirle a alguien que le quieres directamente o que le necesitas, o simplemente dar las gracias, son actitudes y aptitudes en peligro de extinción. Los estados de ánimo y las emociones se han sustituido directamente por emoticonos de wasap, señala Javier Díez Vegas. «Se han convertido en unos abrazafarolas porque van caminando por la calle mirando el teléfono y no miran por donde van», bromea.


CONSECUENCIAS DE LA TECNOADICCIÓN


Y entre bromas, intenta advertir a los chicos y chicas de los peligros a los que se exponen. En Internet y en las redes sociales está el odio y la xenofobia, están los retos virales para consumir alcohol y drogas, las adicciones al juego online, la ludopatía, las apuestas deportivas, el acoso y también la adicción a las propias redes sociales. También está la deep web y las zonas oscuras, la suplantación de identidad y muchos contenidos nada apropiados. Incluso les hace reflexionar sobre el poder que podría haber tenido alguien como Hitler si hubiese existido una red social como Instagram o tik tok hace 70 años.


No solo eso, también advierte de los daños que produce en el sistema nervioso central el uso excesivo e incontrolado de dispositivos tecnológicos, porque se deja de practicar deporte y un ocio saludable para estar encerrados en una habitación mandando wasap, viendo tik tok o youtube o jugando a la consola. «Les explicas que con estos hábitos dejan de fabricar dopamina (la hormona de la felicidad) y melatonina (la hormona del sueño), que van a tener alteraciones del sueño y de la conducta, que van a tener problemas de concentración y rendimiento escolar y que van a ser menos felices».


De hecho, como señala el policía, muchos ya lo están viendo. Se ha demostrado que las pantallas azules alteran el sueño que se tratan de solucionar con suplementos que llevan melatonina, algo de lo que nadie había oído hablar hace 30 años. Y son habituales los problemas físicos, dolor de cervicales, de lumbares, artritis y artrosis, problemas oculares o en el túnel carpiano por el manejo de los botones de las consolas o del ratón.


La mejor medicina, porque no tiene efectos secundarios, es salir a la calle, reunirse con amigos, practicar deporte y un ocio saludable y disfrutar sin tener delante una pantalla que te dirija.


OJO CON LA IMAGEN QUE VENDES EN LAS REDES SOCIALES


«No dejo de insistirles en que tengan cuidado con la difusión de imágenes», señala el policía. Porque cada vez son más habituales los problemas de privacidad, la generalización de modalidades de violencia sexual como el sexting, el grooming o los retos virales.
«Creen que lo normal es tener un video sexual con la pareja, pero no se dan cuenta de lo peligroso que puede ser cuando el amor se acaba», señala Díez Vegas, que aclara que cuando se difunde ese video o esa imagen se pierde el control sobre ese contenido y puede ser un verdadero problema para la víctima.
También se ven casos de grooming, personas que se hacen pasar por otra creando un perfil falso para acceder a los jóvenes e intimar con ellos. «A algunos les ha pasado más de una vez», advierte. Es algo relativamente sencillo cuando la mayoría de los jóvenes tienen sus redes sociales abiertas y cualquiera puede acceder a su información y a la de sus amigos porque al fin y al cabo no están haciendo otra cosa que «vender su vida en las redes sociales», comenta.


CONSEJOS. REDES SOCIALES CANDADAS Y UNA BUENA NETIQUETA


Por eso es fundamental tener las redes sociales «candadas» para no regalar información a personas que no conocemos.


Tener buenas contraseñas, con un buen nivel de seguridad y cambiarlas periódicamente y por supuesto guardarlas en un papel por escrito y no en el móvil para evitar robos de identidad, y tener cuidado con los datos y las imágenes que compartimos.


También les aconseja tener una buena NETIQUETA, un buen comportamiento en las redes sociales. «Hay que comportarse online como en la vida offline, con respeto, educación, empatía», no hacer caso de trolls y flamers, y mantenerse al margen de rumores, cotilleos, mentiras, bulos e insultos. «Cuando tu difundes un rumor estas cometiendo un delito», recuerda Javier Díez. Es más, en caso de ser víctima de un mal comportamiento online o tener conocimiento de que esto está sucediendo, hay que contárselo a un adulto, bloquear a las personas que atacan y si son ataques graves hay que denunciar ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. «Si el autor eres tú debes buscar ayuda y pedir disculpas».


Lo mismo sucede con la difusión de imágenes sin consentimiento: «si lo haces estás cometiendo un delito», afirma el subinspector. Por eso otro de los consejos que más repite a los chavales es que sean muy cuidadosos con la imagen que difunden de ellos mismos en las redes sociales y con lo que comparten de los demás.


Su mensaje es claro: en las redes sociales no podemos escondernos bajo el paraguas del «todo vale», hay que ser personas educadas, responsables, empáticas y respetar a los demás. Y en caso de ser víctima o tener conocimiento de algún delito hay que decírselo a alguna persona de confianza, padres o profesores, y ponerlo en conocimiento de la Policía.