“No hay que rendirse, todos tenemos capacidad”

Almudena Alvarez
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“Quiero ser independiente, tener mi propia casa, mi propio dinero y saber gestionarme”. Es una frase que podría haber pronunciado cualquier joven, pero es de Sara García, una palentina de 31 años con más barreras que el resto, porque tiene una discapacidad intelectual.


Para conseguir su sueño de independencia laboral y personal decidió preparar unas oposiciones y después de cinco años estudiando ha conseguido una plaza de conserje ordenanza en la Subdelegación de Defensa de Palencia. Un trabajo para toda la vida que le va a permitir caminar por la línea que se había trazado. «No quería estar pendiente de pensar que se te acaba el contrato y tienes que ponerte otra vez a buscar trabajo», asegura. Y tenía claro que conseguir una plaza de funcionaria del Estado era su pasaporte para vivir con tranquilidad y tener autonomía. «Siempre he querido trabajar para el Estado y tener un puesto fijo para toda la vida”, afirma.
Pero llegar hasta aquí no ha sido sencillo, porque eso de la autonomía no es algo que esté al alcance de todos los jóvenes, y aun es más complicado si la persona que lo busca tiene una discapacidad intelectual.


Sara García decidió compensar barreras con constancia, perseverancia, tesón, mucho trabajo y mucha dedicación. “Sabía que tarde o temprano iba a conseguirlo, aunque me costara mucho. Sabía que era cuestión de tiempo. Lo tenía claro desde siempre”, afirma. Por eso no ha dudado un solo día, ni ha desfallecido en el intento hasta conseguirlo. Y por eso también su consejo para otras personas con discapacidad intelectual es que no se rindan. “Aunque nos cueste y a veces te dé el bajón, hay que ser fuertes, no hay que rendirse, porque todos tenemos capacidad”, sostiene.


A esa confianza en sí misma ha sumado el apoyo de su familia, de su entorno y de la Fundación San Cebrián que, a través del programa de Itinerarios personalizados de inserción socio laboral, la ayudaron a prepararse para conseguirlo. A ella y a una decena de compañeros que lo intentaron sin tanto éxito, porque en Palencia solo había una plaza y fue para Sara. “Sabíamos que lo conseguiría porque iba muy bien preparada”, afirma su profesor, Daniel Sancho, al que Sara agradece cada minuto de clase y todos sus consejos. “Dani me ha ayudado mucho, con los ejemplos que ponía en la pizarra, con juegos relacionados con los temas que hemos dado, los esquemas de cada tema, los repasos, las preguntas tipo test”, enumera Sara. Sobre todo con el tema de la Administración General del Estado que “suele costar a la mayoría de la gente”, añade.
No lo tenía fácil, porque en Palencia solo se había convocado una plaza y para conseguirla había que sacar un diez. Ese es el problema de provincias pequeñas como Palencia, donde la Administración General del Estado convoca muy pocas plazas para personas con discapacidad.


Lo explica la coordinadora de los itinerarios de formación en la Fundación San Cebrián, Laura Carrasco, para quien en general la Administración General del Estado convoca muy pocas plazas para personas con discapacidad intelectual. Muestra de ello es que desde 2012, año en que se celebró la primera convocatoria específica para personas con discapacidad intelectual, solo se han ofertado 711 plazas para la Administración General del Estado, pese a que se han presentado a los exámenes más de 13.000 aspirante. “Por eso es tan complicado acceder a una plaza de estas características”, insiste Laura Carrasco.


Pero es que además, en provincias como Palencia salen una o dos plazas en cada convocatoria y en 2023 ninguna. En la convocatoria de 2022, a la que se presentó Sara, solo salió una plaza para trabajar en la Subdelegación de Defensa de Palencia, frente a las 90 convocadas en Madrid o las 50 de Barcelona.


Así que había que ir a por todas. Y Sara García lo consiguió. “La única que se convocaba en Palencia”, afirma orgullosa. Y no es fácil, porque solo pasaban a la siguiente fase las personas que acertaron todas las preguntas del examen, aclara Dani Sancho.


Porque en provincias pequeñas como Palencia, para lograr la plaza hay que sacar un diez, si o si, cosa que no sucede en grandes ciudades como Madrid o Barcelona donde muchos opositores pasan con un 6. “Por esa razón hay personas que han sacado más nota en Palencia que otras en Madrid pero se han quedado sin plaza», explica Laura Carrasco. Y por eso de las cinco personas que aprobaron en Palencia, cuatro se han quedado sin plaza.


Una desventaja importante para las personas con discapacidad intelectual, que se ven más limitadas para presentarse en otras provincias. Porque para ellos no es viable presentarse a una oposición en otra ciudad por las dificultades que supondría irse a vivir allí si la aprueban, ya que necesitan la red de apoyo que representa su familia y su entorno.


Por eso en la Fundación San Cebrián tratan de darles el apoyo que necesitan y las mejores herramientas para enfocar su futuro. “Llegan muchas personas perdidas, que quieren trabajar pero no saben muy bien qué hacer”, explica Laura Carrasco. “Nosotros les hacemos una serie de entrevistas y vamos enfocándoles hacia la salida laboral más adecuada”, continúa. Porque no todas las personas se pueden preparar para oposiciones y por eso, a través de los itinerarios, la Fundación San Cebrián les da las herramientas necesarias para que decidan hacia donde quieren orientar su futuro profesional. “Hay que ver las capacidades y los gustos de cada persona”, aseguran. Y lo que dice la familia, que también cuenta en este asunto. “Nosotros tratamos de orientarles al oficio o a la formación para que puedan insertarse en el mercado laboral”, sostiene Carrasco.
Al fin y al cabo ese es el objetivo de los programas de Inserción Laboral de la Fundación San Cebrián, que busca en última instancia conseguir con ello que las personas con discapacidad intelectual tengan la autonomía y la independencia que sueña cualquier persona. Por eso para los profesores de la Fundación, casos como el de Sara García encarnan su razón de ser. “Esto es el por qué de lo que hacemos. Al final estas cambiando la vida de las personas. Si no existieran unos apoyos tan específicos quizá no lo conseguirían”, señalan.


Para Sara García aprobar esta oposición y lograr una plaza fija “para toda la vida” representa muchas cosas, un futuro laboral claro, como persona independiente, y con ello, vía libre para soñar y hacer planes de futuro. “Quiero ahorrar y más adelante ir a vivir yo sola o con mi pareja”, asegura mientras empieza a saborear la palabra independencia. Porque ¿a quién no le gusta tener su propia independencia?, se pregunta.