¿Qué hacemos con los jóvenes?

Esther Duque

Directora-editora

Un viernes de marzo cometí un grave error: acudí a una gran superficie por la tarde, sobre las siete. Es lo que tiene quedarse sin detergente y suavizante para hacer la colada el fin de semana…


EL parking lleno de coches de todos los modelos y tamaños, la lluvia tras los cristales y el termómetro del —- marcando 3º celsius, mientras en RNE anuncian cuáles son las carreteras cortadas por las nieves.


Coges el carrito de la compra, y ya pensando en lo que espera entras en el centro comercial y lo primero que ves es un grupo de chicas de entorno a los 16 años sentadas en los bancos viendo vídeos en los móviles y comentándolos entre ellos. Entre mucha gente, familias sobre todo (con niños pidiendo productos que no necesitan y que los padres acabarán comprando) se ve el puesto de la Once con un grupo de chicos que rondarán los 20 años con los rascas y mientras tratas de manejar el carrito de plástico que se inclina hacia la derecha miras como en la tienda de videojuegos casi no hay espacio para ver las estanterías del número de personas menores de 30 que están observando…. Y así hasta entrar en la gran superficie, en cuyo interior los grupúsculos seguían reproduciéndose como esporas, de la misma forma que los padres con los hijos e hijas.


Yo, que soyde hacer la compra a la hora de comer porque me gusta disfrutar de la calma del espacio vacío y la tranquilidad de los profesionales (aprovecho para hacer un llamamiento para que amplíen la contratación en horas de alta concentración porque están saturados), me alegré en cierto modo de acudir a mi cita obligada con el consumo, porque me llevó a plantearme: ¿qué pasa con los jóvenes? Si en un espacio de una hora (lo que tardé en adquirir lo que necesitaba) ví a cerca de 300 palentinos del sector poblacional que lee freeMAG, ¿qué ocurre en Palencia? ¿Estamos haciendo algo de interés por los y las jóvenes?


¿Realmente sabemos lo que les gusta? ¿Hay que transformarse en reel? Pues a lo mejor hay que hacerlo. Lo que está claro es que a mi gustaría, de volver a ser joven, tener alternativas para no estar metida en un centro comercial cuando llueva.